Al primer beso negro sabía que era fácil la entrega...
se acomodó boca abajo y decidió recibir lo que tenia para darle.
La lucha sobre las sábanas fue fuerte, constante hasta que logré encontrar aquel punto en que no hay retorno, no dejé que me masturbara, solamente caricias, mamadas y uno que otro beso. El activo y yo muy libre como para ponerme etiquetas. Yo quería coger, él odiaba ser penetrado, desnudos en la cama luchabamos por dominar la posicion final.
Hasta pensé en entregarme y caer rendido entre sus piernas, pero como no hay peor lucha que la que no se hace, fui besando sus testículos duros y siguiendo el camino de su culito caliente, al primer mordisco supe que iba a ser fácil. Él nunca dejó que mis dedos jugaran con su ano, ahora sí, con la saliva caliente y mis dedos explorando su calor.
Me coloqué de rodillas detrás de él y le dije "no quiero penetrarte, sólamente jugar" y besé su cuello arqueado hacia atrás... en mi mano tomé su pene que soltaba chorros de lubricante natural y supe que lo tenía a mi merced. Su mano tomo mi pene erecto y lo dirigió a su ano.
Esa noche fue mío como no lo era desde hacía muchs tiempo.
Lo último que dijo antes de dormirse fue: me gusta que me domines.