Por la noche, después del gimnasio al tomar el autobus (me gusta cambiar la ruta de camino a casa) lo ví sentado en el último asiento, era delgado, con lentes y algo guapo. Decidí sentarme junto a él y en un movimiento muy natural acomodé mi picha que ya empezaba a endurecerse, él siguió mi mano despacio hasta colocar sus ojos sobre mi paquete. Se acercó y rozó mi pierna con los dedos... De inmediato nos lanzamos del autobús y empezamos a caminar por una calle larga, a cierta distancia de la calle principal cometimos invasión de propiedad privada y entramos a un lote baldío con altas plantas de café. Él se agachó en un movimiento rápido bajando mi pantaloneta al mismo tiempo y quedó de rodillas con mi picha en su boca. Jugó largo rato con mi cuerpo lamiendo cada centímetro con mucho cuidado, mis piernas depiladas fueron el lugar perfecto para sus dientes y su lengua.
Más tarde se puso de pie, se volvió y me dijo - masturbame - lo cual obedecí, lo tomé por la espalda y le saqué de entre sus pantalones una jugosa picha caliente, baje sus pantalones hasta las rodillas y coloqué mi picha sobre sus nalgas... después de un rato de masturbarlo me dijo que quería que lo penetrara... ni lerdo ni perezoso me puse un condón y hundí con toda mi fuerza mi cuerpo en el suyo. Sus gemidos fueron acallados por el ruido de un auto que pasó por la calle iluminando las plantas de café. Pronto me dijo que se iba a venir pero que quería que yo me vinera antes en su boca (si no le estresa el sabor del condón por mi no hay problema, pensé), se agachó de nuevo, martubándose como un profesional de la acrobacia, colocó su boca en mi picha a punto de estallar y se tragó todo lo que le dí.
Salimos de aquel cafetal y él aún intentaba limpiarse con una servilleta vieja. Caminamos de nuevo hasta la calle principal, ahí se despidió no sin antes darme su número de celular. Nos hemos vualto a ver de regreso a casa, pero la experiencia del cafetal no se repitió más.